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Criticaron el último discurso de Francisco y la falta de medidas concretas que él mismo había reclamado; el Papa prometió que la Iglesia no encubrirá más casos
OMA.- El Papa cerró ayer la histórica cumbre sobre abusos sexuales de menores volviendo a manifestar su determinación de luchar para erradicar esta "plaga" de la Iglesia Católica. "Si en la Iglesia se descubre incluso un solo caso de abuso, que representa ya en sí mismo una monstruosidad, ese caso será afrontado con la mayor seriedad", prometió.

Se trata de "crímenes abominables" que hay que "extirpar de la faz de la tierra", dijo Francisco, que comparó los abusos con los "sacrificios de humanos con fines religiosos" e incluso los consideró una "manifestación del espíritu del mal", algo que indignó a las víctimas.

El servicio de mensajería instantánea celebra hoy el décimo aniversario de su creación. Con miles de millones de usuarios en el mundo es la aplicación de chat más popular.
La compañía fue lanzada oficialmente el 24 de febrero de 2009 y su creador fue el ucraniano Jan Koum, informó la agencia EFE.

En 2014 la empresa WhatsApp fue comprada por Marck Zuckerberg, fundador de Facebook, por 21.800 millones de dólares.

El Papa Francisco entregó una lista de 21 puntos de reflexión, formulados por las distintas Comisiones y Conferencias Episcopales, a los obispos participantes en el Encuentro sobre la Protección de Menores que tiene lugar en el Vaticano.
 
Durante la sesión inaugural de este 21 de febrero, el Papa señaló que estos puntos son “unas líneas orientativas para ayudar a nuestra reflexión”, “son un punto sencillo de partida, que viene de vosotros y vuelve a vosotros, y que no quita la creatividad que debe tener este encuentro”.
 
En ellos se establecen algunas propuestas, como “elaborar un vademécum” que ayude a guiar los pasos a seguir desde el momento en que aparece una denuncia de abuso; informar a las autoridades civiles y eclesiásticas; o elevar la edad mínima para contraer matrimonio.
 
Durante un encuentro con los periodistas, Mons. Charles Scicluna, Arzobispo de Malta, Secretario Adjunto de la Congregación para la Doctrina de la Fe y Miembro del Comité Organizativo del Encuentro, señaló que estos 21 puntos cubren todos los aspectos del encuentro: “La buena gobernanza sobre esta cuestión, varias propuestas que van a abordar el tema de la actitud, protocolos al encarar los casos, y también tratar de ver las decisiones importantes”.
 
“Los 21 puntos se refieren a una forma de compromiso, son una hoja de ruta para nuestro debate, son puntos muy concretos y, por lo tanto, hay que tomarlos en atenta consideración, de forma muy seria. Estos puntos no recibirán una respuesta en tres días, pero darán nuevas políticas. El aspecto más importante es que el Santo Padre no quiere únicamente que se asuman esos puntos, sino que se adquieran medidas concretas. Se trata de una motivación”.
 
A continuación los 21 puntos entregados por el Papa Francisco:
 
1. Elaborar un vademecum práctico en el que se especifiquen los pasos a seguir por la autoridad en todos los momentos clave de la aparición de un caso.
 
2. Proveerse de estructuras de escucha, compuestas por personas capacitadas y expertas, donde se realiza un primer discernimiento de los casos de presuntas víctimas.
 
3. Establecer criterios para la implicación directa del Obispo o del Superior Religioso.
 
4. Implementar procedimientos compartidos para el análisis de las acusaciones, la protección de las víctimas y el derecho de defensa de los acusados.
 
5. Informar a las autoridades civiles y a las autoridades eclesiásticas superiores de acuerdo con las normas civiles y canónicas.
 
6. Revisar periódicamente los protocolos y normas para salvaguardar un ambiente protegido para los menores en todas las estructuras pastorales; protocolos y normas basados en los principios de la justicia y la caridad, y que deben ser integrados para que la acción de la Iglesia, también en este campo, se ajuste a su misión.
 
7. Establecer protocolos específicos para el manejo de las acusaciones contra los Obispos.
 
8. Acompañar, proteger y atender a las víctimas, ofreciéndoles todo el apoyo necesario para su completa sanación.
 
9. Aumentar la conciencia de las causas y consecuencias del abuso sexual a través de iniciativas de formación permanente de obispos, superiores religiosos, clérigos y agentes pastorales.
 
10. Preparar caminos para la atención pastoral de las comunidades heridas por los abusos, así como caminos penitenciales y de recuperación para los culpables.
 
11. Consolidar la colaboración con todas las personas de buena voluntad y con los medios de comunicación para poder reconocer y discernir los casos verdaderos de los falsos, las acusaciones de las calumnias, evitando rencores e insinuaciones, rumores y difamaciones (cf. Discurso a la Curia Romana, 21 de diciembre de 2018).
 
12. Elevar la edad mínima para contraer matrimonio a 16 años.
 
13. Establecer disposiciones que regulen y faciliten la participación de expertos laicos en las investigaciones y en los diferentes grados de juicio de los procesos canónicos sobre abuso sexual y/o de poder.
 
14. El derecho a la defensa: también es necesario salvaguardar el principio de derecho natural y canónico de la presunción de inocencia hasta que se pruebe la culpabilidad del acusado. Por lo tanto, es necesario evitar la publicación de las listas de los acusados, incluso por parte de las diócesis, antes de la investigación previa y la condena definitiva.
 
15. Respetar el principio tradicional de proporcionalidad de la pena con respecto al delito cometido. Dictaminar que los sacerdotes y obispos culpables de abuso sexual de menores abandonen el ministerio público.
 
16. Introducir reglas concernientes a los seminaristas y candidatos al sacerdocio o a la vida religiosa. Para esto, introducir programas de formación inicial y permanente para consolidar su madurez humana, espiritual y psicosexual, así como sus relaciones interpersonales y su comportamiento.
 
17. Para los candidatos al sacerdocio y a la vida consagrada, se ha de realizar una evaluación psicológica por parte de expertos cualificados y acreditados.
 
18. Indicar las normas que rigen el traslado de un seminarista o de un aspirante religioso de un seminario a otro; así como de un sacerdote o religioso de una diócesis o congregación a otra.
 
19. Formular códigos de conducta obligatorios para todos los clérigos, religiosos, personal de servicio y voluntarios, con el fin de definir límites apropiados en las relaciones personales. Especificar los requisitos necesarios para el personal y los voluntarios, y verificar sus antecedentes penales.
 
20. Ilustrar toda la información y datos sobre los peligros del abuso y sus efectos, sobre cómo reconocer las señales de abuso y cómo denunciar a las sospechas de abuso sexual. Esto debe hacerse en colaboración con los padres, profesores, profesionales y las autoridades civiles.
 
21. Donde aún no se ha hecho, es necesario instituir un organismo de fácil acceso para las víctimas que deseen denunciar los delitos. Un organismo que goce de autonomía también con respecto a la autoridad eclesiástica local, y que esté compuesto por personas expertas (clérigos y laicos), que sepan expresar la atención de la Iglesia a aquellos que, en este campo, se consideran ofendidos por actitudes inadecuadas por parte de clérigos.
 
Fuente: ACI PRENSA - VATICAN NEWS

En la catequesis pronunciada este miércoles 20 de febrero en el Aula Pablo VI del Vaticano, el Papa Francisco reflexionó sobre el misterio de la paternidad de Dios.
 
En su enseñanza, el Santo Padre destacó que “el primer paso de toda oración cristiana es el ingreso en un misterio: el de la paternidad de Dios”.
 
“Para comprender en qué medida Dios es nuestro padre, debemos pensar en la figura de nuestros padres, pero, dentro de lo posible, debemos refinarla, purificarla”. “Ninguno de nosotros ha tenido padres perfectos, del mismo modo que nosotros nunca seremos padres perfectos o pastores perfectos”.
 
 
A continuación, la catequesis completa del Papa Francisco:
 
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
 
La audiencia de hoy se desarrolla en dos lugares. Primero he encontrado a los fieles de Benevento que estaban en San Pedro y ahora a vosotros. Esto se debe a la delicadeza de la Casa Pontificia que no quería que os resfriaseis: démosles las gracias por ello. Gracias.
 
Continuamos la catequesis sobre el "Padre nuestro". El primer paso de cada oración cristiana es el ingreso en un misterio, el de la paternidad de Dios. No se puede rezar como cotorras. O tu entras en el misterio, en la certeza de que Dios es tu Padre o no rezas. Si yo quiero rezar a Dios, Padre mío, comienzo por el misterio. Para entender en qué medida Dios es nuestro padre, pensemos en las figuras de nuestros padres, pero, de alguna manera tenemos siempre que "refinarlas", purificarlas.
 
El Catecismo de la Iglesia Católica también dice esto. Dice así "La purificación del corazón concierne a imágenes paternales o maternales, correspondientes a nuestra historia personal y cultural, y que impregnan nuestra relación con Dios." (No. 2779).
 
Ninguno de nosotros ha tenido padres perfectos, ninguno; como nosotros, a nuestra vez, nunca seremos padres o pastores perfectos. Todos tenemos defectos, todos. Vivimos siempre nuestras relaciones de amor bajo el signo de nuestros límites y también de nuestro egoísmo, por lo que a menudo están contaminadas por deseos de posesión o manipulación del otro.
 
Por eso, a veces, las declaraciones de amor se convierten en sentimientos de rabia y hostilidad. Pero mira, estos dos se querían tanto la semana pasada; hoy se odian a muerte: ¡esto lo vemos todos los días! Es por eso, porque todos tenemos dentro raíces amargas, que no son buenas y a veces salen y hacen daño.
 
Por eso, cuando hablamos de Dios como "padre", mientras pensamos en la imagen de nuestros padres, especialmente si nos han querido, al mismo tiempo tenemos que ir más allá. Porque el amor de Dios es el del Padre "que está en los cielos", según la expresión que nos invita a usar a Jesús: es el amor total que en esta vida solo saboreamos de manera imperfecta.
 
Los hombres y las mujeres son eternamente mendigos del amor, -nosotros somos mendigos de amor, necesitamos amor- buscan un lugar donde ser amados finalmente, pero no lo encuentran. ¡Cuántas amistades y cuántos amores defraudados hay en nuestro mundo!¡Cuántos!
 
El dios griego del amor, en la mitología, es el más trágico de todos: no está claro si es un ser angelical o un demonio. La mitología dice que es el hijo de Poros y de Penía, que es astuto y pobre, destinado a llevar algo de la fisonomía de estos padres. Desde aquí podemos pensar en la naturaleza ambivalente del amor humano: capaz de florecer y de dominar la vida en una hora del día, e inmediatamente después de marchitarse y morir; lo que atrapa, siempre se le escapa (ver Platón, Symposium, 203).
 
Hay una expresión del profeta Oseas que enmarca despiadadamente la debilidad congénita de nuestro amor: "Vuestro amor es como nube mañanera, como rocío matinal que pasa" (6: 4). Esto es lo que nuestro amor suele ser: una promesa que es difícil cumplir, un intento que pronto se seca y se evapora, un poco como cuando sale el sol por la mañana y se lleva el rocío de la noche.
 
Cuántas veces los hombres hemos amado de esa manera tan débil e intermitente. Todos hemos pasado por esta experiencia: hemos amado, pero luego ese amor ha cesado o se ha vuelto débil. Deseosos de amar, nos hemos tenido que enfrentar, en cambio, con nuestros límites, con la pobreza de nuestras fuerzas: incapaces de mantener una promesa que en los días de gracia parecía fácil de lograr.
 
Después de todo, incluso el apóstol Pedro tuvo miedo y escapó. El apóstol Pedro no fue fiel al amor de Jesús. Siempre hay una debilidad que nos hace caer. Somos mendigos que en el camino corren el peligro de no encontrar nunca por completo el tesoro que buscan desde el primer día de su vida: el amor.
 
Sin embargo, hay otro amor, el del Padre "que está en los cielos". Nadie debe dudar que es destinatario de este amor. Nos ama. “Me ama”, podemos decir. Si incluso nuestro padre y nuestra madre no nos hubieran amado, -es una hipótesis histórica- hay un Dios en el cielo que nos ama como nadie en la tierra nunca lo ha hecho ni lo podrá hacer.
 
El amor de Dios es constante.  El profeta Isaías dice: "¿Acaso olvida una mujer a su niño de pecho, sin compadecerse del hijo de sus entrañas? Pues aunque esas llegasen a olvidar yo no te olvido. Míralo, en las palmas de mis manos te tengo tatuada "(49: 15-16). Hoy están de moda los tatuajes: “En las palmas de mis manos te tengo tatuada”.  Me he hecho un tatuaje tuyo en las manos. Yo estoy en las manos de Dios, así, y no puedo borrarlo. El amor de Dios es como el amor de una madre que nunca se puede olvidar. ¿Y si una madre se olvidase? “Yo no me olvidaré”, dice el Señor. Este es el amor perfecto de Dios, así nos ama. Si todos nuestros amores terrenales se desmoronasen, y no quedase nada más que polvo, siempre queda para todos nosotros, ardiente, el amor único y fiel de Dios.
 
En el hambre de amor que todos sentimos, no buscamos algo que no existe: es, en cambio, la invitación a conocer a Dios que es padre. La conversión de San Agustín, por ejemplo, pasó por esa cima: el joven y brillante retórico buscaba sencillamente entre las criaturas algo que ninguna criatura podría darle, hasta que un día tuvo el coraje de mirar hacia arriba. Y ese día conoció a Dios. A Dios que ama.
 
La frase "en los cielos" no quiere expresar una distancia, sino una diferencia radical de amor, otra dimensión de amor, un amor incansable, un amor que permanecerá siempre, todavía más, que está al alcance de la mano. Solo hace falta decir: “Padre nuestro que estás en los cielos” y ese amor viene.
 
Por lo tanto, ¡no tengáis miedo! Ninguno de nosotros está solo. Si, hasta por desgracia, tu padre terrenal se hubiera olvidado de ti y tú quizás sintieras rencor por él, no se te niega la experiencia fundamental de la fe cristiana: saber que eres un hijo amadísimo de Dios y que no hay nada en la vida que pueda extinguir su apasionado amor por ti.
 
Fuente: ACI PRENSA - CAMINO CATÓLICO

Este martes se pudo presenciar el fenómeno de “Superluna de nieve”, algo que no ocurrirá hasta dentro de siete años.
 
Muchas personas en todo el mundo esperaron este martes para presenciar un fenómeno poco común, el de la “Superluna de nieve”. Una luna llena más luminosa y brillante de lo normal.
 
Esto se debe a que el satélite se iba a encontrar en el punto de su órbita más cercano a la tierra-a unos 356.761 kilómetros-, algo que no ocurrirá hasta dentro de siete años.
 
Mirá las mejores imágenes captadas en redes sociales alrededor del planeta: