En pleno partido entre Francia y Croacia, cuatro personas vestidas con uniforme de policía irrumpieron en el estadio de Moscú.
El grupo de activistas y música punk de Rusia, Pussy Riot, se atribuyó la invasión en la cancha que realizaron cuatro personas y que interrumpió por unos segundos la final de la Copa del Mundo entre Francia y Croacia.
Las cuatro personas ingresaron a la cancha de manera simultánea, vestidas con lo que parecían uniformes policiales antiguos, y fueron derribadas por personal de seguridad. Una de las activistas logró intercambiar un saludo con Kylian Mbappé, el futbolista francés, en el centro del terreno de juego.
Minutos después, Pussy Riot afirmó que había orquestado la invasión, y compartió en Twitter una lista de exigencias al gobierno ruso. En el comunicado pedían liberar a los presos políticos, poner fin a los “arrestos ilegales durante las protestas”, y “permitir la competencia política en el país”.
El acto en el minuto 52 del partido, tuvo lugar para honrar la memoria de Dmitri Aleksandrovich Prigov, escritor y poeta ruso crítico de la Unión Soviética, quien murió hace 11 años: “Prigov creó en la cultura rusa la imagen del Militarista, el portador de la condición de Estado celestial”.
En el 2012, como parte de su protesta contra la reelección de Vladimir Putin, tres mujeres del grupo formado inicialmente como una banda de punk rock fueron arrestadas y acusadas de vandalismo. Las activistas entraron en la Catedral de Cristo Salvador de Moscú de la Iglesia ortodoxa rusa, hicieron la señal de la cruz, una reverencia ante el altar, y empezaron a interpretar una canción. Un minuto después fueron detenidas por guardias.
Las tres integrantes de Pussy Riot fueron condenadas a dos años de prisión acusadas de odio a la religión. Tras la sentencia, la Iglesia ortodoxa rusa señaló que aunque las acciones de la banda fueron ofensivas para millones de personas, las autoridades tendrían que mostrar “clemencia” con las activistas.
Dos años después, el grupo intentó presentarse en varias oportunidades cerca de los estadios de los Juegos Olímpicos de Invierno de Sochi, en 2014. Varias de sus miembros denunciaron haber sufrido amenazas y golpes por su participación en Pussy Riot, por lo que incluso llegaron a iniciar una demanda ante la Corte Europea de Derechos Humanos.