El juez federal Claudio Bonadio murió este martes a las 6:20, en su casa de Belgrano, según confirmaron desde su entorno. El magistrado había cumplido 64 años hace tres días, el 1° de febrero. Bonadio se encontraba de licencia. A fines de enero, había comunicado que extendería sus vacaciones al menos hasta marzo.
Los rumores sobre su salud empezaron a circular en los pasillos de Comodoro Py en mayo del año pasado, cuando se sometió a una intervención por un tumor en la cabeza. Al retomar sus funciones, les dijo a sus colaboradores: “Los registros sobre mi muerte están exagerados”.
Durante el 2019, continuó con su tarea habitual como juez de la Nación. Avanzó, por ejemplo, en una serie de procesamientos para Cristina Kirchner, Julio De Vido y otros ex funcionarios, junto a empresarios. Además, elevó a juicio oral la parte principal de la causa de los Cuadernos y todos los expedientes derivados. Sin embargo, sus colaboradores coinciden en que su salud se fue deteriorando semana tras semana.
Luego de las fiestas de fin de año, estuvo internado porque los médicos detectaron que sus defensas habían bajado mucho. Durante la feria enero, prácticamente no mantuvo contactos con el resto del Poder Judicial y su hijo -Mariano Fulvio Bonadio- se convirtió en su intermediario para los trámites más importantes.
Nació en 1956 y transitó su infancia en San Martín. Se recibió como abogado en la Universidad de Buenos Aires (UBA). Peronista, militante en Guardia de Hierro, llegó a la Justicia federal en 1994 por designación del entonces presidente Carlos Saúl Menem. Un año antes, el Congreso había aprobado su pliego para asumir en un juzgado penal de Morón, pero nunca llegó a asumir.
Padre de un hijo, abuelo de un nieto, hincha de Boca no muy interesado por el fútbol, forjó un estilo propio en Comodoro Py 2002. En 1996, fue acusado por Domingo Cavallo de “jugar a favor del gobierno” en virtud de la famosa servilleta que habría escrito Carlos Corach con los nombres de los jueces afines al menemismo.
Su participación en la Tragedia de Once lo acercó a Jorge Bergoglio, quien mostró especial interés por los familiares de las víctimas antes de asumir como Papa. Producto de la estrecha relación que entablaron, en 2014 visitó a Francisco en el Vaticano.