¿Qué hacer cuando nos falta lo vital?
EDITORIAL.- El agua es, sin lugar a dudas, el recurso vital más preciado, y pese a que hay un proceso de inversión y mejora constante, el crecimiento poblacional y la demanda hacen que el sistema no de abasto.
Se vio en estos días como los vecinos de Garupá manifestaban ante la falta en el suministro de agua potable, hay zonas donde la solución temporal se está haciendo a partir de los macromedidores, necesidad que es creciente en estas épocas donde las fuertes temperaturas multiplican la demanda, pero en las que también aparecen otros factores que ponen en riesgo la calidad y continuidad del servicio.
Por otra parte, justamente producto de las altas temperaturas y la sequía se registraron importantes bajas en los caudales de los cursos de agua que alimentan a las plantas potabilizadoras de la provincia.
TOMA DE AGUA ARROYO BONITO - OBERÁ
Además, así como crece el consumo de agua, también lo hace el de energía eléctrica, que lleva a sobrecargar las redes y genera cortes de luz –algunos incluso programados para poder reparar las líneas o mejorar el sistema, justamente el inconveniente reciente por falta de agua potable en Garupá se debió a reiterados cortes de luz que impidieron pueda prestarse con normalidad el suministro.
Es que desde que se corta la luz hasta que se reactiva la bomba y el agua vuelve a llegar a los domicilios con presión normal, se estima que se requieren unas seis horas, y mientras trabajaba la bomba, un nuevo corte de luz volvía a llevar a cero este proceso.
En este marco es que se conformó una mesa interinstitucional, integrada por representantes del EPRAC, SAMSA, el Ministerio de Derechos Humanos, y otros organismos provinciales y comunales, con el objetivo de trabajar en conjunto en busca de soluciones que permitan evitar este tipo de situaciones.
A la vez, desde el Estado provincial se generaron urgentes medidas para abastecer con agua potable a las familias damnificadas, entendiendo la problemática y la necesidad de actuar de manera inmediata, con soluciones prácticas y concretas.
Sin embargo, independiente de los roles y obligaciones de las instituciones tanto públicas como privadas, esto permite volver a traer sobre la mesa un gran debate: la responsabilidad ciudadana.
El uso indebido de un recurso agotable como el agua, la gran cantidad de litros que se desperdician a diario y se ve en las calles de quienes lavan los automóviles o las veredas, usando manguera y dejando correr el recurso vital, en vez de utilizar el agua en baldes optimizando su uso y ahorrando.
Con el calor, que prolifera el uso de piletas como las inflables, las armables, y las familias que en vez de utilizar productos para poder prolongar la vida útil del agua, las vacían a diario y vuelven a llenar, derrochando así miles de litros de agua potable…
A esto se suma, las conexiones clandestinas, muchas veces avaladas por los propios vecinos que luego se ven afectados cuando encuentran con que se pierde presión haciendo que no alcance en fuerza ni cantidad a abastecer a las familias que contaban de manera regular con el servicio.
Desde estos ejemplos, a otros cotidianos mucho menores, los recursos son agotables, y cada vez que un usuario hace un uso indebido, perjudica a otro que no logra cubrir lo primordial de su demanda.
De igual manera sucede con el consumo energético, donde el uso a conciencia permitirá no sólo un mejor servicio para todos, sino que evitará cortes así como la sobrecarga a las líneas que, independientemente de los esfuerzos que actualmente se están llevando a cabo, en su proyección fueron superadas ampliamente por el fuerte y rápido crecimiento de la demanda.
Mucho se está haciendo, mucho queda por hacer, pero en este proceso todos tenemos que asumir un grado de responsabilidad para que otros no se vean perjudicados.